La copia a retocar se fija a la plancha por medio de cintas elásticas, pinzas o chinchetas clavadas fuera del borde de la copia, presionando sobre ésta.
Si es posible, trabaja con luz natural, ya que tintas y pigmentos presentan después de secos, matices algo distintos del que se suponía iban a tener mientras los aplicábamos con luz artificial.
Dispón cerca la lupa o fíjala entre la copia y el plano de visión. Revisa la copia con ayuda de la lupa y evalúa los puntos de la misma que precisen mayor retoque, teniendo en cuenta que, a medida que avance nuestro trabajo, iremos detectando defectos menores. Recuerda que: "mota que deja el autor, pedrusco que verá la critica".
Si la copia se ha hecho en papel baritado y procede de un negativo con pocos defectos, seguramente nos enfrentaremos a unos pocos puntos blanco (partículas opacas en el negativo) o negros (huecos en la emulsión), esto denotaría un proceso de revelado casi perfecto.
El papel baritado, mate o semi-mate, admite tapados y correcciones hechas tan sólo con la punta afilada de un lápiz de retocar de grado medio, a diferencia del plastificado, sobre el que habrá que operar con tintas o pigmentos.
El acabado que permite obtener directamente copias brillantes (satinadas) seria el ideal para casi cualquier imagen fotográfica. Esta superficie confiere a la copia una ilusión de tridimensionalidad sorprendente; para lograrla, en el pasado reciente se empleaban las prensas calóricas, dotadas de plancha de esmaltar, su uso requería practica, limpieza total de la copia para eludir adherencias a la plancha, eliminación absoluta de partículas extrañas y tiempo. La copia esmaltada comportaba alguna dificultad para el retoque, entre la que destacaba el "rechazo" a la mina de grafito del lápiz. El retoque sobre esta superficie solía ejecutarse con plumín fino de tinta china.
Un recurso para evitar el esmaltado consistía en adquirir papel de copia con acabado "para esmaltar" y renunciar a hacerlo. La copia que no pasaba por la esmaltadora ofrecía una superficie semi-mate mucho más factible de ser retocada por cualquier procedimiento y, además, se salvaba del proceso calórico que suponía un avejentamiento artificial de decenas de años.
Por pura deducción, el papel más adecuado para recibir retoque seria el de acabado mate. Sobre esta superficie puede emplearse absolutamente cualquier recurso, sin olvidar que admite un buen número de correcciones sucesivas a lápiz de grafito, sin embargo, está ausente de la citada ilusión de tridimensionalidad y, no en todos los fabricados mate se logra un negro profundo. Cualquier imagen no es adecuada para cualquier papel, el distinguir qué imagen con qué papel, nos lo proporcionara la práctica.
| Anterior | [1] | [2] | [3] | [4] | Siguiente |