Aunque parezca fácil, el lograr imágenes nítidas no es tan sencillo como creemos. No sólo depende de la forma en que sostengamos la cámara sino que también debe enfocarse con precisión y seleccionar la profundidad de campo adecuada para que salga nítido la porción de la imagen que deseemos.
En la mayoría de las fotos, la zona que aparece enfocada se extiende a cierta distancia por detrás y por delante del plano enfocado por el objetivo. La amplitud de la porción nítida depende de varios factores: el anillo de enfoque, el diafragma, la velocidad de obturación y el tipo de objetivo escogido.
El anillo de enfoque desplaza el objetivo hacia delante o hacia atrás cambiando la distancia de la lente a la película. Al alejar la lente de la película se enfocan los objetos más próximos a la cámara.
En todas las cámaras la abertura del objetivo se regula con un dispositivo similar al iris humano. Éste dispositivo llamado diafragma, regula la cantidad de luz que entra en la cámara. Al aumentar la abertura incide una cantidad mayor de luz sobre la película. El diafragma y la velocidad de obturación determinan la exposición, es decir, la cantidad total de luz que incide en la película.
El diafragma se ajusta mediante una serie de puntos denominados "números f". Cada punto dobla o reduce a la mitad la cantidad de luz que entra. Los números crecen a medida que la abertura se hace menor.
Con la máxima abertura (el número f menor), la profundidad de campo está muy limitada. Sólo el tema principal enfocado aparece nítido. Con una abertura media, la profundidad es mayor, y así hasta la mínima abertura (el número f mayor), en donde la profundidad de campo abarca el máximo posible.
El obturador es otro control básico de la cámara en el acto de fotografiar. Escoger la velocidad de obturación es muy importante, ya que afecta tanto a la nitidez como a la exposición. Los números del dial de velocidades son en realidad tiempos de exposición, es decir, fracciones de segundo durante las que el obturador permanecerá abierto exponiendo la película a la luz. Cuanto mayor sea el número, mayor será la velocidad de exposición.
Para obtener una imagen nítida, la máxima velocidad de obturación posible es la más segura, pero habrá entonces que compensar una menor exposición con una mayor abertura de diafragma para que entre en la máquina la cantidad necesaria para plasmar una buena imagen, pero... al abrir el diafragma estamos minimizando la profundidad de campo.
Igualmente, si lo que buscamos es la máxima profundidad de campo posible y para ello cerramos el diafragma al máximo, tendremos que compensar la menor cantidad de luz con un tiempo de exposición mayor, con lo cual corremos el riesgo de que salgan los objetos movidos, sobre todo si están en movimiento. Así que todo dependerá de un equilibrio correcto entre el diafragma seleccionado y la velocidad de obturación escogida.
La mejor manera de lograr imágenes satisfactorias es... practicando mucho. De todas formas válete de un pequeño truquillo para comparar imágenes, que consiste en realizar al menos tres fotos del mismo tema: la primera con los valores que creas correctos, y otra con un diafragma menos y la siguiente con uno más, trastocando la velocidad de obturación si fuera necesario.
Es importante que nuestra cámara posea la opción de previsualizar la profundidad de campo antes de tomar la imagen, así veremos directamente en el visor cual va ha ser el resultado.
Ahora te convido a que cojas tu cámara y practiques pensando en cada punto expuesto anteriormente (composición, luz, planos, profundidad de campo...). Y sobre todo no te desanimes si los resultados no son los que esperábamos, todo llega con práctica y buen hacer.
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